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Nadal desactivó a Wawrinka con un recital de tenis y gana su 10º Roland Garros


Rafael Nadal alcanza la perfección como rey de la tierra batida al ganar su décima corona Roland Garros, acribillando al suizo Stanislas Wawrinka (2-6, 3-6, 1-6), tras dos horas y cinco minutos de partido.

El español no dio opción al suizo (2-6, 3-6, 1-6) y ganó su 15º título Grand Slam tras dos temporadas de sequía de grandes títulos. Nadal se convierte en el primer hombre en la historia que vence diez veces en el mismo Grand Slam.

Rafael Nadal celebra sus diez Roland Garros de 2005, 2006, 2007, 2008, 2010, 2011, 2012, 2013, 2014 y 2017 AFP

Solo la australiana Margaret Court, ganadora de once Abiertos de Australia entre 1960 y 1973 supera la marca del español, que con la victoria de hoy mejoró los 9 Wimbledon de Martina Navratilova entre 1978 y 1990. Nadal, que ahora es el número 2 del mundo (ranking ATP) por primera vez desde octubre de 2014, ganó en París por tercera vez en su carrera sin ceder un set, tras haberlo hecho en 2008 y 2010 y el que menos juegos perdió, 35, la segunda mejor marca de todos los tiempos. Con su décimo quinto Grand Slam supera al estadounidense Pete Sampras y se queda a tres del suizo Roger Federer.

Este nuevo logro de Rafael Nadal hablan de perpetuidad, inmortalidad y eternidad, pero también de sacrificio, esfuerzo y perseverancia, para explicar cómo el español ha vuelto a levantar un título de Grand Slam, tres años después de hacerlo por última vez (Roland Garros 2014), cuando parecía que estaba acabado y que su carrera estaba llegando a su fin.

Amparado en los enormes espacios de la pista central, que le conceden la posibilidad de revivir puntos moribundos, Nadal rompió los estacazos de su oponente. Poco a poco, las violentas ofensivas del suizo iban perdiendo filo. Mientras Wawrinka trataba de presionar, la habilidad de Nadal para neutralizar sus tiros fue fantástica.

Esa impresionante capacidad de Nadal para contener las embestidas de su rival enmudecieron a Wawrinka.

Rafa es el titán de la tierra batida, pero también de lo imposible. La pista del Roland Garros, que le ha visto nacer, crecer, caer, levantarse, reír y llorar dice algo que a estas alturas ya no es ningún secreto: jamás habrá otro Nadal.

Con su actuación de hoy, Nadal ha incrementado su leyenda y le convierte en un mito viviente del deporte.

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